El día después del fuego

Los vecinos se vieron afectados por cortes en la carretera y los peregrinos tuvieron que cambiar su ruta

Tras una noche tensa por la cercanía de la llamas, los vecinos de los pueblos afectados por el incendio volvían ayer a la normalidad. Algunos se acercaron a ver a los bomberos, que continuaban con la extinción del fuego durante la mañana, como Javier García Hernández, vecino de Bargota de 47 años.

García explicó que fue "una noche muy intranquila porque veíamos el fuego cada vez más cerca", además lamentó que se haya quemado "el sector ecológico más importante de la zona". Los daños humanos en su pueblo se pudieron evitar "gracias a los cortafuegos que pararon las llamas". Fran Zuloaga Barberena, suboficial de bomberos, también insistió en lo importante de los cortafuegos a la hora de controlar el incendio, que se consiguió, en parte, gracias al apoyo de algunos agricultores, que se acercaron a ayudar: "La ayuda de los tractores ha sido muy importante en las plantaciones de cereal para impedir que se extendiera por los flancos". Uno de los agricultores que prestó su ayuda fue Jesús Díaz de Cerio Martínez, un joven de 28 años natural de Bargota, que estuvo "hasta las 02.00 de la mañana roturando las fincas para facilitar la labor a los bomberos".
cuidando el pueblo Otros vecinos de Bargota se quedaron en el pueblo y pasaron bastantes horas sin poder irse a dormir, esperando una posible evacuación. Hasta bien entrada la madrugada se veía el resplandor del fuego detrás del pinar pero "dentro del pueblo, en general, lo hemos llevado bien" indicaba Ángel Ruiz de Larrinaga, de 69 años. La extensión del incendio, unas 1.000 hectáreas, hace que este sea "bastante más grande que el de Ujué" como señaló el sargento de bomberos Mikel Oiaga Artajo.
La jurisdicción de Viana también ha sido una de las más afectada, "la mayor parte del fuego estaba en término municipal de Viana", aseguró Luis Arazuri Izquierdo, de 64 años. Este vecino de Viana se acercó ayer por la mañana, junto a otros vecinos, a ver la situación en la que se encontraba el pinar de La Cornaba. José Ángel Sainz de Ugarte Fernández de Laco, de 51 y también de Viana, siguió el proceso de extinción del incendio: "El pueblo de Aras no tiene agua ahora y utilizaron una cisterna. También han cogido agua de una piscina municipal, del pantano que está junto a la empresa Kraft y de la balsa de Bargota". "Ha sido una perdida muy grande, es un pinar que lo conozco desde niño. Había gente en el pueblo que incluso lloraba de pena" añade Sainz de Ugarte. El fuego también acabó con una replantación de pino que había realizado hace menos de diez años el pueblo de Bargota y se acercó mucho a la ermita de San Juan del Ramo, aunque no llegó a quemarla. Para Sainz de Ugarte otra preocupación era su olivar, que "está muy cerca de la zona que se ha quemado" pero por suerte no sufrió daños. Algo parecido le ocurrió al vecino de Torres del Río, Luis María Oyón, de 73 años, que estaba seguro de que sus almendros "estarían abrasados". Sin embargo, cuando fue a verlos ayer por la mañana descubrió aliviado que "el fuego los había rodeado". Los vecinos vieron ayer afectada su rutina por los cortes en la carretera. Como explicó Javier Fernández Fernández, de 60 años, al pasar con su coche a las 19.00 horas vio como el fuego "estaba todavía a unos 500 metros de la carretera" pero para las 21.00 horas, "el fuego ya la había saltado". "Suerte que lo han parado en parte las viñas" añadió su hijo Juanjo, de 28.
cambios en el viaje Los peregrinos también vieron afectada su ruta. Rosa María Baena Lázaro, mexicana de 43 años, dijo que les desviaron "unos 7 kilómetros, que hay que hacer por asfalto". Antonio Fernández, almeriense de 43 años, lamentó que iban "a ver una zona muy verde que nos habían recomendado pero ahora ha desaparecido". La queja más generalizada era el poco cuidado que se da a los árboles: "No vale de nada plantar pinos y luego abandonarlos. Además, con la normativa actual no dejan quemar nada, antes se hacían incendios controlados en invierno para que no hubiera plantas que ardieran durante el verano" criticaban los hermanos Félix y José Antonio González Hernández, naturales de Bargota.