Jesús Soldevilla García muestra la puerta de la caseta, que fue forzada hace quince días y que ahora está parcialmente arreglada. MONTXO A.G..
Además de la repetición continuada y la reincidencia, esta oleada tiene también otro rasgo poco corriente, como el hecho de que la fórmula de allanamiento se deje a merced de los materiales que se encuentran en las propias fincas, en la mayoría de los casos piedras y barras de hierro.
Alejandro Pérez Narcué, vianés de 39 años, tiene una caseta con merendero zona del Real en Viana desde hace dos décadas. "Nunca me habían robado, pero en el último mes me han entrado dos veces, el 29 de octubre y el 18 de noviembre. La primera vez se llevaron la tele y revolvieron los cajones y la segunda, ni eso. Para entrar me rompieron la puerta con una pesa de hormigón para sombrillas que tengo fuera. Es una puerta de aluminio doble con cerraduras de seguridad que vale algo más de mil euros. Lo peor es que justo la había arreglado el pasado miércoles y me la volvieron a romper el viernes", relató ayer. Pero lo que más le ha llamado la atención es la proliferación de este tipo de actos. "Haciendo un recuento , calculo que habrá habido de 40 casos para arriba, dado que en muchas casetas han entrado más de una vez. Sólo el sábado pasado estábamos cinco personas denunciándolo en el cuartel", añade.
Este vecino de Viana ha detectado que por lo general, las incursiones se están produciendo los viernes y sábados por la noche. "Este y otros datos hacen pensar que puede haber sido obra de gente joven, casi actos vandálicos, pero ni la Policía Foral ni la Guardia Civil han expuesto sus sospechas a los afectados", continuó. "Lo peor es la sensación de impotencia y de rabia que se te queda", concluyó.
Por una Coca-cola
Es la misma impresión que describe David Pipaón, hijo de Antonio Pipaón Pérez, de 66 años, que en este caso tiene una finca en la zona de El Sequero, junto a la frontera con La Rioja. "A nosotros también nos han entrado dos veces, el 28 de octubre y 17 de noviembre. La primera noche rompieron una ventana entera y una valla con unas barras metálicas del tractor que había cerca. En la caseta había una televisión antigua de las de tubo y ni la tocaron. La segunda vez cogieron una Coca-cola y algo de chocolate. Lo peor es el mal rato que te hacen pasar y que te quitan las ganas de seguir arreglando la huerta, algo a lo que mi padre, ya jubilado le gusta dedicar su tiempo libre", indica.
Uno tras otro, casi todos los testimonios se repiten. También es muy parecido el de Jesús Soldevilla García, de 48 años, que tiene su finca en la zona de San Martín. Es la tercera vez que le entran, aunque la primera de esta oleada. "Me ha sucedido otras dos veces hace algunos años. Pero hace quince días accedieron a la caseta rompiendo la puerta con un bloque de hormigón que tenía fuera. Revolvieron todo, pero no se llevaron nada de dentro, sólo una bicicleta del exterior. No puedo entender por qué se exponen tanto por tan poca cosa", se preguntaba, como muchos otros propietarios de la misma zona, varios de los cuales sufrieron la visita de los intrusos la misma noche que él. Otros la han recibido otros días. "Calculo que aquí habrá unas 30 casetas y en el último mes habrán entrado prácticamente en todas por lo que hemos comentado entre nosotros", atestiguaba.
¿Tendremos que poner guardias de seguridad para cuidar los cardos antes de navidad?
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