Viana abre su suelo para hilvanar una ruta turística por bodegas medievales

Este sábado se ofrecerá el primer recorrido por las cinco de titularidad municipal y se espera la adhesión de particulares

Bajo el suelo de Viana se teje una red de más de un centenar de bodegas medievales excavadas en roca y reforzadas con piedra de sillería con las que ahora se quiere tejer una ruta turística. Para impulsar el proyecto, el recorrido hilvanará de momento, y a la espera de la adhesión de particulares, las cinco de propiedad municipal ubicadas bajo el suelo del ayuntamiento, el edificio del balcón de toros, el del albergue de peregrinos, la casa de Navarro Villoslada y las ruinas de la iglesia de San Pedro.


Una nueva oferta turística que se enmarcará este sábado en las terceras jornadas de vino y patrimonio como recuerdo de aquella economía vinícola de gran arraigo en una ciudad adscrita a la D.O. Rioja. Hace décadas que perdieron su hegemonía como lugares de elaboración de vino. "Aún recuerdo alguna casa en la que seguían haciéndolo y después lo vendían a la puerta de la vivienda en tinajas", comenta Fernando Angulo Arnedo, de 67 años y edil de Cultura, Educación y Turismo de Viana. "Pero sí he conocido muchas de ellas convertidas en champiñoneras".

Ahora, las de titularidad municipal sirven para enmarcar actos institucionales o de carácter cultural. Y en las particulares se han acondicionado txokos de cuadrillas, comedores en el caso de establecimientos de hostelería, y, ya más residual, como bodegas con vinos de elaboración propia para consumo de sus propietarios. Su ubicación bajo tierra y su envoltura de piedras deja el termómetro estático en los 18 grados.

CÁRCEL, BRUJAS Y ASEDIO
"En torno a estas bodegas, que aquí se conocen como calados, hay más historias que las ligadas al vino. Sirvieron de cárcel, de refugio en los asedios y hasta se habla de ritos de brujería", comenta la técnica de Turismo de Viana, Pilar Martínez de Olcoz Esquide. "El hacer una ruta de los calados era un proyecto que perseguíamos hace tiempo y con la fiesta de vino y patrimonio hemos decidido dar el primer paso". La oferta ha permitido que la fiesta del vino haya sumado también el sábado frente a los dos primeros años en que se limitó a una única jornada.
De momento, la visita -con carácter gratuito- se ha organizado para un grupo reducido de medio centenar de personas. Aquellos interesados en participar en este itinerario puede inscribirse en el teléfono 948 44 63 02. El recorrido comenzará a las 18.30 horas por las bodegas municipales que enmarcarán diferentes episodios de la biografía de Viana desde su fundación en 1219 hasta la actualidad.

Pero también se aprovechará para recordar la propia historia de estas cuevas que proliferaron debido a una economía sustentada en el vino. "Se podía entrar por una punta de Viana y salir por la otra, y muchas se comunicaban entre sí y cruzaban calles. Esto permitió en marzo de 1507 que las tropas del Conde de Lerín introdujeran víveres a los vecinos de una Viana cercada por César Borgia", añade Martínez de Olcoz. Y lo hicieron a través de uno de los accesos de la muralla conocido como la "puerta del socorro".
"No encontrarás ni una grieta en las bóvedas. Y las casas de Viana están magníficamente asentadas gracias a esta base de roca reforzada de piedra de sillería", añade el concejal Fernando Angulo. "La actividad vinícola era tan floreciente que hay una copla muy antigua en la que se dice 'todo tiene fin, menos el vino de Viana, la paja en Mendavia y el agua en Ancín'". Un paseo por el intrincado de calles medievales de la ciudad, con los ojos a ras de suelo, permite comprobar el elevado número de estas galerías subterráneas. Y es que, en la parte inferior de la mayoría de las antiguas viviendas está abierto un hueco protegido con rejas que servía de respiradero.
Y en el interior, en muchas rocas aparece excavado un pequeño surco que enlaza esta abertura con una oquedad en la piedra. "Aquí, durante guerras, los ejércitos se cobraban la llamada 'protección' echando mano directamente a la caja de los que vendían el vino. Y una forma de burlar parte de la ganancia era introducir el dinero por el agujero para que cayera directamente a la cueva", cuenta Alberto Sáenz Sainz, concejal y propietario de una de estas antiguas bodegas.